Thursday, July 14, 2011

Jujuy, Salta y un paseo por las nubes

Este relato es un poco viejo, pero voy a tratar de contar con el mayor detalle nuestras mini vacaciones de invierno por Salta y Jujuy. 

Nos fuimos a Salta en Julio del 2011. Salimos de Buenos Aires desde Aeroparque el 14 de julio por la mañana y para el mediodía ya estábamos en Salta, La Linda. Alquilamos un departamento en la ciudad, cerca del centro para poder movernos a pie a todos lados. 

Las distancias de todas maneras no fueron muy grandes y el taxi era bastante barato, acostumbrados a las tarifas en Buenos Aires. De todas maneras no estábamos lejos del centro y era muy lindo caminar por el barrio tranquilo en donde nos estábamos hospedando y recorrer un poco más el barrio.

Visitamos el teleférico de Salta y recorrimos el parque que se encuentra en la cumbre del Cerro San Bernardo. El lugar está muy bonito y cuidado. Es ideal para tomarse una merienda y observar desde el mirador la ciudad de Salta.





Ese día decidimos hacer actividades tranquilas y también comer liviano, ya que al otro día nos íbamos en el Tren a las nubes que asciende a 4200msnm y sale a las 7am y vuelve como a las 23.30hs. Todo un día arriba del tren.


A las 6.30am estábamos en la terminal de donde salía el tren. Los vagones eran muy lindos y cuidados. Los sillones muy cómodos y nos dieron frazaditas porque hacía frío. La verdad que en líneas generales no nos gustó tanto el paseo. Ya cuando estábamos a 3000msnm yo me empecé a sentir apunada y sentía que la cabeza me iba a estallar. No pude comer nada en todo el viaje porque me mareé mucho con el vaivén del tren. A pesar de que pagamos para almorzar en el vagón comedor y que la comida era muy sabrosa, yo ya estaba tan mareada para la hora del almuerzo que probé poco y nada. Santi y Luis comieron bien (qué envidia). 



En el recorrido de ida, cuando atraviesa el pueblo San Antonio de los Cobres, la gente del lugar espera al costado de la vía para vender sus artesanías a los pasajeros. Los más chiquitos pedían caramelos. Por suerte yo llevaba una bolsa con muchos caramelos (en realidad Santi la llevaba), pero les dejamos casi toda la bolsa. Nos quedamos con algunos pocos para la vuelta. 



Cuando llegamos al Viaducto La Polvorilla, Santi y yo no pudímos bajar. Santi se agitó mucho y se puso nervioso así que nos quedamos en el tren junto a una enfermera que lo asistió con un poco de oxígeno. La visita al viaducto no duró más que unos 15min. Luego el tren hizo otra parada en el pueblo San Antonio de los Cobres,

que es el pueblo que se encuentra ubicado a mayor altura 3774msnm. Ahí bajamos y compramos algunos recuerdos. También probamos unas tortillas que hacían, que son como una especie de tostados de jamón y queso en una masa de pan finita y bien crocante. Yo no había comido mucho y tenía bastante hambre así que eso me vino muy bien.









Esa fue la última parada. Para la tarde noche, Santi también se empezó a sentir un poco mal, y sin mucho preámbulo, vómito en medio del vagón. Por suerte ya nos faltaba poco para llegar y nos entretuvo el último trayecto un mago muy gracioso que hizo que se pasara más rápida la vuelta. 

Llegamos a la terminal a las 23.30 aproximadamente. Agotados. Si nos gustó el paseo? mmmm... la verdad diría que fue una experiencia interesante. Sí, creo que interesante es la palabra. Si lo volveríamos a hacer? ni locos. Si lo recomendamos? no, no lo recomendamos. 

Ya con los pies en tierra firme, y estando en el centro de Salta, yo estaba hambrienta aunque seguía un tanto mareada. Así que fuimos a cenar a un barcito que seguía abierto y servía comida. Estaba sentada en la mesa esperando mi cena y todavía podía sentir el traqueteo del tren. 

Nos fuimos a dormir bastante tarde. Estábamos cansadísimos (y a mi el piso se me seguía moviendo).

Ahora bien, como dije al principio, estoy tratando de contar cómo fueron nuestras vacaciones de invierno del año pasado, por lo que me guío por las fechas de las fotos y por mi memoria selectiva. El problema es que ahora no recuerdo bien cuándo pasó qué, tengo como una nebulosa en este punto, porque sé que entre que fuimos en el tren a las nubes y nuestra visita a Jujuy fuimos al Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), pero no recuerdo exactamente cuándo fue.... importa mucho? (yo estoy segura de que realmente importa, aunque Luis diga que no...)

La cuestión es que para ir al museo, hay que ir con algo de tiempo, porque hay que hacer bastante cola. No se permiten grupos muy grandes dentro del museo por lo que se ingresa de a grupos, se espera a que el que está adentro salga para que uno nuevo pueda entrar. El museo es genial y nos pareció súper interesante. Sólo exhiben una sola momia por vez y nosotros vimos la de El Niño. Fue muy impresionante ver lo bien que estaba conservada y la calidad del detalle que se podía observar, los deditos fue lo que más nos llamó la atención. Dicen que El niño tenía 6 años de edad y eso se puede observar bien en sus piernitas, sus pies, sus manitos, el pelo. Imperdible! El museo tiene luces bajas en todo momento y explica muy bien las tradiciones y los objetos Incas que se encuentran expuestas. No pudimos tomar fotos porque no estaba permitido el flash para resguardar las obras y con las luces bajas las fotos salieron muy mal y mi pulso no ayudó. No es un recorrido muy grande, pero realmente vale la pena visitarlo. 

La plaza central de Salta es muy linda también y justo había una muestra de fotografía conmemorando la guerra de las Malvinas. Interesante. 

Cita obligada: cenar en una peña. Comida regional y baile. Muy divertido! Daban ganas de aprender a bailar inmediatamente! Claro que a la semana de haber vuelto ya se me habían ido las ganas y el encanto jaja. 

Al día siguiente quisimos averiguar sobre los paseos a Purmamarca, Jujuy. Consultamos con la dueña del departamento que estábamos alquilando y nos dijo que ya no había micros que salieran en ese mismo día pero que lo que seguramente nos iba a convenir más era pagar a un chofer para que nos lleve  en una camioneta hasta Purmamarca y Tilcara y de ahí derecho al aeropuerto, ya que el día siguiente era nuestro último día y teníamos que tomar el avión por la noche. 

Hicimos todas las averiguaciones y coordinamos para que nos pasaran a buscar a la mañana siguiente a las 7am rumbo a Tilcara. 

El día, por lo tanto, estaba perdido. Salimos a caminar por el centro de Salta, visitar una plaza que estaba camino al centro donde había muchos artesanos que vendían cosas muy lindas y también muy ricas. Compramos, obviamente, de las que son muy ricas. 

El resto de la tarde la reservamos para descansar y para hacer los bolsos ya que el día siguiente arrancaba desde tempranito y ya nos volvíamos. 

A la mañana siguiente nos pasó a buscar el señor del que ya no recuerdo el nombre, pero que fue muy simpático y atento. Nos llevó por un camino de montaña que era bien angosto pero que gracias a la frondosa vegetación no se veía el precipicio y realmente era muy bonito. Nuestro chofer la tenía súper clara y no nos mareamos para nada, condujo muy suavemente a pesar de que el camino estaba lleno de curvas y contracurvas y tardamos más o menos dos horas en llegar a nuestra primer parada: Purmamarca.




















Purmamarca es un pueblo muy chiquito y modesto, pero muy hermoso. En su plaza central se concentran todos los artesanos (que luego de haber dado toda una vuelta, te das cuenta de que son en realidad pocos los verdaderos artesanos). Tomamos algunas fotos y subimos a sacarnos una foto en una lomita que me dio un poco de cuiqui subir, pero que finalmente lo hice gracias a la insistencia de mis queridos compañeros de aventuras. Nos sacamos algunas fotos con el pueblo de Purmamarca de fondo, y ni bien pude, comencé mi descenso. 





Almorzamos en un restaurante que nos recomendó nuestro chofer, y los chicos comieron llama a la parrilla. A mi me dio un poco de pena la verdad, porque no hacía mucho tiempo habíamos estado acariciando una llama bebe que era muy tierna. Los chicos obviamente, se rieron y dijeron que la prima estaba muy sabrosa... a veces pueden ser un poco crueles. 





Luego de almorzar nuestro chofer nos recomendó visitar Pucará de Tilcara. Pucará de Tilcara es una fortaleza construida por los tilcaras. El guía nos mostró las viviendas y los espacios que creen fue de uso religioso. Me llamó mucho la atención que las viviendas eran bien bajitas. Yo entraba perfecto, obvio, pero el resto de las personas de estatura promedio tenían que estar todos medio doblados para no darse las cabezas contra las vigas. Después encontramos en una de las viviendas, en la parte exterior, sentado como en el borde de una muralla bajita una estatua de un hombre que sentado, casi que medía como yo!!! 



A la salida pasamos por un jardín botánico de altura que está localizado al pie del pucará. Está interesante pero en su mayoría son cactus. 



De ahí tuvimos que salir volando porque teníamos que tomar el avión. Llegamos con los minutos contadísimos, pero gracias a que el vuelo salió demorado, no lo perdimos.... suerte? La verdad no creo mucho en la suerte, creo que las cosas pasan porque tienen que pasar, así que yo creo que estábamos destinados a pasar unas vacaciones estupendas e inolvidables, con mucha aventura, sorpresa, aprendizaje y hasta corridas alocadas.