Nuestro plan era ir con el auto hasta el Santuário Ecológico, dejar el auto ahí, bajar por la escalera a la Praia do Madeiro y de ahí ir caminando hasta la Bahía Dos Golfinhos. Luego, cuando la marea comenzara a subir, volveríamos por el mismo camino y paseríamos por el santuário.
A pesar de que no estaba súper soleado y que de tanto en tanto, se nublaba, el sol estaba requete fuerte. Alquilamos una sombrilla, y nos fuimos al mar. El agua estaba re linda. Se podía ver a lo lejos algún que otro delfín, pero no los vimos muy cerca. Cada tanto alguno se acercaba un poco más, pero no pudimos verlos muy bien. De todas maneras disfrutamos un montón el día.
En Baía dos Golfinhos, de fondo el acceso a Praia do Centro
A las 14.00hs, teníamos que irnos, porque según la planilla a esa hora comenzaba a subir la marea, pero cuando vimos el camino por el cual habíamos entrado, ya no podíamos regresar porque estaba tapado por las olas. Era peligroso pasar por ahí porque las olas eran bastante fuertes y había muchas piedras. En fin, tuvimos que resignarnos y caminar hasta Praia do Centro. Como su nombre lo indica, era la playa central, que estaba bajando del centro de Pipa. Ahí almorzamos en uno de los bares de la playa (también atendido por un argentino). Comimos unos sanguchitos de pollo y de carne, básicos pero muy ricos.
En el parador Garagem en Praia do Centro
Luego, teníamos que ir hasta el santuário, que nos quedaba un poco lejos, pero teníamos que ir sí o sí, porque ahí habíamos dejado el auto, así que nos recomendaron subirnos en una Van (que supuestamente no eran muy caras - nos salió 2.5 reales cada uno, así que no fue demasiado barato). Es un medio de transporte bastante práctico, aunque para nada rápido ni nada cómodo. La gente se sube a las vans como si fueran colectivos y van todos parados, doblados y apretados adentro. Para que nosotros bajáramos de la van, se tuvieron que bajar primero como 5 personas.
Ingreso al Santuário Ecológico
El recorrido por la reserva estuvo muy bueno. Caminamos en ojotas por un montón de senderos de tierra que subían y bajaban. No vimos mucho más que vegetación y mucho panales de abejas (o avíspas). Desde el mirador de Tartarguas pudímos ver las tortugas marinas nadando. Fue increíble! se veían claramente desde la distancia en la que estábamos, por lo que estimamos que las tortugas eran enormes. Vimos tortugas terrestres también en un corral. Santi se sintió todo un explorador en medio de la selva.
Uno de los miradores desde el Santuário
Tortugas terrestres
Gracias a que llevamos el repelente a todos lados, no tuvimos que salir corriendo, porque empezaron a salir los mosquitos ni bien empezó a bajar el sol.
Nos volvimos a la posada, nos dimos un baño reparador y salimos a cenar. Estábamos cansados, pero teníamos ganas de comer algo rico y nos habían recomendado un lugar para comer peixada llamado Quintal. Comimos súper rico y barato. La peixada estaba sabrosísima, es un plato que tiene pescado, verduras, leche de coco y se come con arroz. Imperdíble!!
Nos costó un poco volver a la posada con la panza llena y teniendo que caminar tantas lomas que para entonces parecían montañas, pero así dormimos con el corazón contento :)
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