Monday, July 23, 2012

23 de Julio 2012 - Último día en Pipa

Para nuestro último día en Pipa planeamos visitar Baía Formosa. Un playa que nos comentaron, era muy linda y a unos 60km aproximadamente. Según Rafa, el marido de Carol, el camino era muy fácil y estaba bem perto.... Bueh, después de hacer todo el camino hasta Baía Formosa nos dimos cuenta de que perto, no siempre significa cerca, y pertinho, mucho menos!

Para ir a Baía Formosa tomamos la ruta RN-003 hicimos unos 30km y luego la ruta RN-062. El problema lo encontramos cuando agarramos el segundo tramo porque no había un p#$o cartel que indique algo. Sólo vimos uno que decía Baía Formosa pero no indicaba bien cuál de los camino tomar, así que seguimos nuestros instintos.... 

Disfrutamos del viaje en sí, porque en el camino, saliendo de Pipa pasamos por algunas playas muy muy lindas, como ser Cacimbinhas, que tiene un mirador espectacular desde donde se puede ver la playa. Paramos unos minutos con el auto y sacamos algunas fotos :D
Mirador en Cacimbinha

Cacimbinha

Continuamos nuestro camino y pasamos por la Lagoa Guarairas. Es una laguna enorme que se alimenta del agua del mar. Cuando la marea baja se llena de lagunitas internas y es muy linda. Se puede ver la balsa que cruza autos (y personas) desde creo que Malembá a Tibau do Sul. Es un tramito chiquito que evita que te tengas que bordear toda la laguna. En la laguna, no paramos, lo dejámos para la vuelta. 

Seguimos, y la verdad que se hizo bastante largo el camino hasta Baía Formosa. Cuando llegamos, tal como Rafa nos había advertido, se nos "pegó" un chico del lugar que nos quería hacer de guía por un monto que nosotros estimaramos conveniente. Nos siguió por todos lados, y nos quería convencer de que era imposible llegar a la playa o al  menos a los lugares que valían la pena a pie, y que para llegar teníamos que contratar el paseo en buggy que convenientemente nos los brindaba su amigo.... No había forma de perderlos, nos siguieron por todos lados y no entendían que no queríamos los servicios que ellos ofrecían. Cuando finalmente nos dejaron en paz, recorrimos un poco más el lugar y Luis no se convenció de que fuera un pueblo muy amigable. No había muchos turístas y el acceso a la playa quedaba un poco lejos. 


En el pueblo tampoco había mucha gente y el único acceso que encontramos parecía más bien un puerto pesquero. Daba la impresión de que era la hora de la siesta. No quisimos dejar el auto ahí porque bueno, era un auto alquilado y la verdad que tampoco estábamos tan cerca de Pipa... no daba para arriesgarnos tanto. Además, ya teníamos hambre y no habíamos encontrado un sólo lugar para ir a comer. 

Decidimos retornar. En el camino vimos que había unos carteles que indicaban que había otra playa. Creyendo que era cerca, pensamos que sería buena idea probar suerte. La cuestión fue que nuevamente anduvimos un montón de tiempo por camino de tierra, en medio de la nada sin llegar a ningún lado. Preguntamos a algunas persona que encontramos por el camino, que decían que era medio complicado de llegar, pero trataron de indicarnos (yo creo que se cagaron de la risa por dentro porque sabían que no lo íbamos a lograr). 

Nuevamente tuvimos que abandonar a mitad de camino porque no llegábamos a ningún lado. Y cada vez teníamos más hambre! Ya eran como las 15.00hs y todavía no habíamos almorzado. 

Retomamos la ruta RN-003 y con mapita en mano vimos que una de las entradas a la Lagoa Guarairas era a través de la crepería del hotel Salinas. Nuestra bendición, comida y baño! Resulta que después nos enteramos que esta era una de las mejores creperías. El crepe estuvo muy bueno y suculento, pero la verdad verdad, a mí me gustó más el crepe de la playa. La crepería esta como en una especie de muelle de madera. Es realmente muy lindo ver la puesta del sol desde ahí. Tranquilo, relajante y cálido. 



Crepería del Hotel Salinas

De vuelta en la posada, decidimos que el último día teníamos que salir a cenar al lugar que más nos gustó en Pipa. Era nuestro último día y ya estábamos con saudade desde que nos despertamos sabiendo que al otro día íbamos a tener que dejar ese rincón del planeta tan natural, lindo y acogedor. Caminar por las calles de Pipa en la noche es muy agradable. La temperatura se podría decir que es perfecta. Para las mujeres, basta con un saquito finito y liviano, los hombres claramente en remera están más que bien. Cenar en Quintal viendo de lejos el mar en medio de las estrellas nos llenaba de nostalgia por una lugar que todavía no habíamos dejado. Pero íbamos a extrañar mucho Pipa, sus calles, su gente, su comida, sus olores, su naturaleza.... es un lugar increíble al que con seguridad volveríamos.

Nos fuimos a dormir después de comernos alguna peçoquitas que conseguimos en un súper para ahogar un poco nuestras penas. Nos teníamos que despertar más o menos temprano, porque no habíamos hecho las valijas y a las 13.00hs teníamos que dejar la Pousada Tamanduá y de vuelta a Natal. 

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